domingo, 22 de junio de 2008

¿AÑO NUEVO ANDINO, INTI KUTI O PACHAKUTI?

¿AÑO NUEVO ANDINO, INTI KUTI O PACHAKUTI?
Adolfo ZARATE PEREZ
(Publicado en el diario Los Andes: 21 junio 2008)
Durante los últimos años, en nuestras regiones andinas, como Puno, viene cobrando mayor fuerza la celebración del Año Nuevo Andino. Evento que muchas veces viene acompañado de teatralizaciones, discursos políticos, indigenistas e indianistas, en algunos de los casos solo con afanes protagonistas y figurativas, y en otras, con buena intención, con el objetivo de consolidar y fortalecer el pensamiento, la filosofía y cultura andinas. Entonces cabe preguntarnos ¿Desde cuándo se celebra tal fecha?, ¿fue el 21 de junio, el Año Nuevo durante la época de los Incas?, ¿Existe razones suficientes para designar como Año Nuevo Andino?, ¿Cuánta importancia tuvo el solsticio de invierno en el ámbito aimara preincaico?. Son algunas de las preocupaciones que nos conduce a analizar remitiéndonos a la historia y la reflexión.

Diversos cronistas de la colonia, se plantearon responder la fecha representativa del “Año Nuevo” en el Mundo Andino y no lograron establecer, al menos no encontramos en ellos una respuesta concreta. Para empezar, quizá pensando desde el esquema y concepto occidental del “Año Nuevo” se quiera fijar una fecha exacta, cosa que no ocurre en el mundo andino. La incertidumbre empieza con Garcilaso de la Vega, quien señala que el Año Nuevo en el periodo incaico se iniciaba en junio con la medición de los equinoccios, hasta ahora todos repiten lo manifestado por Garcilaso; en Puno se realizan en diversos lugares y provincias como Chucuito, el Collao, Yunguyo, en Tiawanacu (Bolivia), este año también en Perka-Platería organizado por la DRE Puno, entre otros lugares.

Por historia conocemos que los Incas medían los pasos del Sol por el Cénit del Cusco. Basados en las referencias arqueológicas encontramos cuatro herramientas: El intisaywana (saywa), donde se controlaba el movimiento de los astros y en base a ello las estaciones. En los cerros que rodeaban el Cusco hubo por lo menos ocho pirámides, distribuidos en dos grupos de cuatro. Un grupo marcaba la salida del sol y otro, la puesta. Cieza (1976) indica que fueron usados para proyectar sombras, aunque otros señalan que fueron usados para indicar la posición del sol. De igual forma encontraron en un cerro cercano a Cusco de Chinchincalla, otro en Kiyanqalla. El segundo, es el “intiwatana” o “intikhawana”(observatorio del sol), empleado para medir el tiempo, se ubicaron en varios lugares: Pisac, Parinacochas (Ayacucho), Machupicchu, Huaricaya (Ancash). Tercero, El hallpapampachana, para determinar los ángulos, y finalmente, el yukuqawana, para observar los eclipses del sol y la luna.

Otros cronistas como Molina (el Cusqueño) indica que se iniciaba el año en el mes de mayo; por su parte Guamán Poma de Ayala, en su obra “Nueva crónica y buen gobierno” (237- 262) el año Inca se iniciaba en el mes de lluvias, Capac Raymi-Caymi Quilla (desde el 21-23 de diciembre, solsticio de verano). Este mes de enero “hacían sacrificios, ayunos y penitencias y tomaban ceniza…hacían procesiones, estaciones de los templos del sol y la luna, y de sus Dioses uaca bizcas…”(Guamán Poma, 237-239). Luego describe el resto de los meses y llegando a junio, hace referencia a Haucaicusqui cuzqui quilla– la fiesta del sol, del Inti Raymi, señala que se gastaba mucho en ello, se sacrificaban al sol. La otra fiesta del Raymi la hacen en diciembre, el Capac Inti Raymi, “que en este mes hacían la gran fiesta y pascua solemne del sol…Así Capac quiere decir rey, Inti: sol, Raymi, gran pascua más que Inti Raymi”. Por lo dicho, se deduce que el año terminaba con el ‘Capaq Raymi’, evento que se festejaba y no precisamente, el Año Nuevo. Por el carácter cíclico del tiempo se entiende que termina y empieza el año, según Guamán Poma, con el Capaq Raymi.

Sin duda uno de los antecedentes, de lo que actualmente se celebra el Año Nuevo Andino es el Inti Raymi, pero no debemos confundir la fiesta dedicada al dios Sol, como señal de agradecimiento por finalizar un periodo agrícola, con la celebración del Año Nuevo Andino. La fiesta del Inti Raymi, según Juan de Betanzos, fue iniciado por el noveno Inca Pachakutiq, Él habría oficializado a lo largo del Tawantinsuyu las ancestrales fiestas dedicadas a la cosecha que marcan el fin del año agrícola. Pese a los conocimientos astronómicos de los incas, estas fiestas no coincidían precisamente con el solsticio de invierno (21 de junio). Por citar, Cristóbal de Molina (chileno) presenció el Inti Raymi de 1535 en abril; su homónimo Cristóbal de Molina (cusqueño) ubica la fiesta en mayo. Cobo, Murúa y Guamán Poma, ubican la fiesta en junio. Por tanto, la festividad tenía una connotación más agrícola que astronómica.

El Año Nuevo Andino (Musuq wata en quechua y Willka kuti o Machaq mara, en aimara), en todo caso, no debe confundirse con el Hatun Inti Raymi o Inti Muchana Punchay; ni con el Pacha Kutiy. El Inti Raymi, está referido al término de un ciclo agrícola y no a un evento contabilizador de años. Es más, así coincidiera el Inti Raymi con el “Año Nuevo Andino”, no existe una correlación directa entre ambas, ya que el Inti Raymi, es una fiesta del Sol, vinculado con el calendario agrícola, como señalamos se festeja el fin del este periodo, no el inicio (Año Nuevo); y el Pacha Kutiy, es un evento cíclico de mayores proporciones, de totalidades, es una re-evolución, es la vuelta al equilibrio, que no siempre ocurre cada año, sino periodos de tiempo de acuerdo las condiciones naturales, sería un absurdo sostener que Pacha Kutiy (regreso o vuelta del mundo, en su traducción mas simple y literal) ocurre cada año o cada 5 ó 10 años.

En el mundo andino sí es reconocido el solsticio del sol, se le denomina el “Inti kutiy” (el regreso del sol, donde el día más corto y la noche más larga), y como es lógico, el principio de dualidad se pone en manifiesto, cuando el “Tayta Inti” se relaciona (principio de relacionalidad) con la Pachamama florece la tierra, por eso se habla del “hallpa t’ika” (cuya traducción literal es el florecimiento de la tierra) que solo ocurre después del “Inti Kutiy”. Esto es lo que hoy se relaciona directamente con el denominado, Año Nuevo Andino, por tanto, el Musuq wata, Machaq mara, no es una festividad que se introduzca profundamente en el pasado andino, es una interpretación exo histórica, que hoy más se explota con fines turísticos y de reivindicación de la identidad aimara-quechua. Sin embargo, eximiendo de la mera escenificación teatral - representativa, es una buena estrategia para contrarrestar la ola invasora de la cultura occidental, pero tiene que vivirse, no representarse. Destacando que una cultura no vive por su historia si no por su práctica y teniendo presente, que tampoco existen ni existieron culturas cerradas, las dinámicas culturales siempre se han desarrollado en medio de tensiones y relaciones bajo diferentes formas con las otras culturas.

Ahora bien, el solsticio es una palabra astronómica que hace referencia a la posición del Sol en el ecuador celeste. El término proviene del latín solstitium (sol sistere o sol quieto). Los solsticios son estaciones del año en los que el Sol alcanza su máxima posición meridional o boreal, es decir "cruza" la eclíptica hacia el Norte o hacia el Sur. Los más notorios son el solsticio de invierno (junio) y de verano (diciembre) que están cambiadas para ambos hemisferios.

Cabe destacar además, que el Año Nuevo en el mundo andino, no tenía una fecha exacta, ni el conocido Calendario Inca no era aplicable estrictamente en todo el ámbito andino. El año nuevo agrícola empezaba en agosto, los tres primeros días donde la observación de las nubes y la naturaleza (lectura de la naturaleza) constituía un punto de partida para las siembras: temprano (ñaupaq), medio (chaupi, taypi) o tarde (qhepa tarpuy). En agosto, también, se realizaban las rogativas para que haya buenas lluvias y ceremonias de pronóstico meteorológico del siguiente ciclo; para van Kessel el primero de agosto marcaba el ciclo agrícola. Caso distinto es el inicio del año ganadero en los andes, marca el solsticio de diciembre (21-23), donde empieza la parición (principalmente en camélidos) y con ella el periodo de las lluvias. Coincidente con el solsticio de junio, más o menos el 24 de junio, se hacía y aún se hace, la fiesta del floreo de los corderos, nos acercamos al solsticio del 21 de junio, pero no en forma precisa. Como vimos, ninguno de los cronistas se atreve a dar fechas exactas y que además coincidan entre ellos en el inicio del Año Nuevo Andino. Si ha de buscarse un “Año Nuevo” bajo los parámetros occidentales se caería en un error, junio es ciertamente una buena alternativa pues, terminadas las cosechas, se planificaba la producción agrícola del siguiente ciclo anual, se hacía la limpieza de los canales y acequias con la participación de todo el ayllu, pero no es condición suficiente como para establecer una única fecha.

Otra observación, es la denominación del “Año Nuevo Aimara”, bajo esta denominación se puede caer en un etnocentrismo sin sentido. Primero daría lugar a que existiera un “Año Nuevo Quechua o Pukina”. Puede haber aquí, carencia de información, no existen datos consistentes respecto al calendario aimara que se diferencie de la de los Incas. Se asume que fue similar. El sacerdote Ludovico Bertonio, (1612), establece una estricta correspondencia entre los 12 meses del calendario gregoriano y los 10 del calendario aimara (diciembre y marzo no tenían traducción). Machaq Mara o denominado por otros “Año Nuevo Aimara” coincide hoy con el solsticio de invierno, como señalamos líneas arriba, una invención relativamente reciente, basado en la fiesta Inti Raymi (quechua) y las ruinas del Kalassaya, templo de los Pukina; es decir, creando una ceremonia emblemática con elementos ajenos y situada en el tiempo. Las festividades con este motivo en Tiawanaku (recinto Kalassaya), se estableció durante la última década del siglo XX, pero cabe recalcar que las ruinas de Tiawanaku son de los Pukina, anterior a los aimaras. Entonces, no se puede hablar de un Año Nuevo Aimara, sino de una celebración andina del retorno del sol. Además existen versiones (Ibarra 1984:5) que las semanas tenían 10 días y el año comenzaba en el equinoccio de Primavera, o sea el año nuevo del Tiawanaku se iniciaba el 21 de setiembre.
Pues bien, como nos daremos cuenta, la práctica de la cosmovisión andina no corresponde a fechas determinadas por decreto o por calendarios, sino obedece a eventos naturales, lo importante es estar en armonía con la naturaleza y respetar a la Pachamama, al sol, a los elementos naturales. Pasado el solsticio, Inti kutiy, se renueva la tierra, regresa el sol, marca un nuevo periodo, el hombre también debe renovarse, convivir con la naturaleza, leer la naturaleza, hoy nos hemos vuelto analfabetos ambientales, este analfabetismo es lo que nos lleva a contaminar ríos, lagos, mares, tierras y aires. Hoy necesitamos, un encuentro o re-encuentro con nosotros mismos, el amuki, ch’in (silencio profundo) es importante para este re-encuentro, para pedirle a la Pachamama que concentre su capacidad de dar y regenerar la vida. Como sabemos, en nuestro mundo andino, existen lugares y momentos precisos, circunstancia adecuadas, recordemos que el tiempo no es lineal, como en occidente sino cíclico y no existe el futuro sin el pasado, el pasado es la memoria del futuro.

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