viernes, 19 de octubre de 2012

La lectura en el siglo XXI

Los andes

Escribe: Adolfo Zárate Pérez | Nacional - 01:58h

La lectura es una práctica social y cultural que varía en cada época histórica. Sin duda, hoy no leemos como antes, ni en los mismos soportes. A medida que van surgiendo nuevas prácticas y necesidades sociales, también se van generando nuevas formas de leer y escribir.
 
Hoy se lee más que antes, porque estamos expuestos a una mayor diversidad de textos. No es cierto que en Latinoamérica o en el Perú el índice de lectores sea bajo, o se lea menos que en Europa o Estados Unidos. En realidad, se lee todos los días y a todas horas. A veces inconscientemente. Se leen las señales de tránsito, las facturas de agua o luz, la publicidad inscrita en la chaqueta de un transeúnte, el billete de bus o metro, el muro de Facebook, un artículo o un libro. Hoy somos más lectores que nunca. El problema es que no siempre comprendemos.
 
El internet nos ha convertido en nativos e inmigrantes digitales (Prensky, 2001) o en residentes o visitantes digitales (Kruse, 2011). Muchas personas trabajan diario con internet (vender, comprar, realizar una transacción bancaria, chatear, etc.) y tienen una tableta que llevan consigo y están conectadas todo el día, es decir, se convierten en residentes digitales. Además, pueden leer su libro favorito, resaltar las ideas, hacer apuntes al igual que en un libro físico. Esta transformación ha generado más de una pregunta, ¿cómo se debe leer en el futuro?, ¿qué habilidades nuevas debe desarrollar el lector? y ¿qué pasará con los libros físicos?
 
Leer ha crecido en su significado y complejidad. Los libros físicos nos obligaban a realizar una lectura lineal, en cambio las nuevas formas de lectura digital son multidimensionales y multimodales, es decir, incluye textos, imágenes, enlaces, vídeos, etc. Leer es un acto más complejo porque no solo leemos letras, sino hay fotos, vídeos, enlaces y tendremos que integrar y relacionar todo para darle significado. Además, basta con recurrir a un enlace o un buscador para poder encontrar miles de textos sobre el mismo tema y desde diferentes perspectivas, que requiere desarrollar habilidades para seleccionar informaciones pertinentes, previa evaluación de la fuente. En este sentido, la lectura multimodal es mucho más compleja porque requiere el uso de un conjunto de habilidades lectoras.
 
Los estudiantes (lectores) hoy más que nunca necesitan de los maestros. Hoy navegan entre tanta cantidad de información que corren el riesgo de ahogarse, por ello es una necesidad ineludible desarrollar las capacidades críticas y analíticas, caso contrario existe el riesgo de que los nuevos lectores queden atrapados en la red.
 
La lectura en el siglo XXI no se debe concebir como un acto solitario, sino solidario. La lectura digital es aún más social. Si en la Grecia antigua la lectura se socializaba en voz alta y los participantes escuchaban. Hoy en internet interactuamos de diversas maneras: al leer publicamos comentarios, exportamos notas, añadimos marcadores, compartimos fragmentos o comentamos con amigos en el muro de Facebook o Twitter y ver qué han subrayado, marcado o comentado otras personas que hayan leído el mismo libro. Como señala Nicholas Carr (2010) con las pantallas la lectura estrena una nueva capa de sociabilidad.
 
De esta forma, leer en el presente siglo requiere desarrollar nuevas habilidades y estrategias de lectura y búsqueda de información en la red, biblioteca virtual o librería online. En suma, exige nuevos retos al lector, nuevos escenarios y soportes, que requiere de una comprensión crítica para actuar con éxito en el mundo de la literacidad digital.
 
REFERENCIAS: Prensky, Marc (2001). Digital Natives, Digital Immigrants. On the Horizon (MCB University Press) 9 (5).
Kruse, Peter (2011). Glaubenskrieg der Digitalwelten. Recuperado de: http://blog.zdf.de/hyperland/2011/08/glaubenskrieg-der-digitalwelten/
Carr, Nicholas (2010). The Shallows. What the Internet Is Doing to Our Brains. New York, London: W.W. Norton & Company

miércoles, 17 de octubre de 2012

Así consigue Finlandia ser el número 1 en Educación en Europa

El país nórdico lidera el informe PISA con una enseñanza gratuita que pone en Primaria a los profesores más preparados

 
Los niños finlandeses de hoy estarán el día de mañana entre los profesionales más preparados del mundo. No lo predice ninguna bola de cristal, lo auguran datos objetivos. Desde que la OCDE comenzara en el año 2000 a elaborar su informe PISA, Finlandia ha acaparado los primeros puestos del podio en Europa por su excelente nivel educativo.
Apenas un 8% de los alumnos finlandeses no terminan sus estudios obligatorios, frente a un 30% de españoles que no acaban el Bachillerato. Dispuesto a dar con la clave del éxito finlandés, el psicólogo escolar y entonces director del colegio Claret de Barcelona, Javier Melgarejo, comenzó a estudiar su sistema educativo hace más de una década. Su primera sorpresa fue constatar que a los 4 y 5 años menos de la mitad de los niños finlandeses acuden a guarderías y no empiezan el colegio hasta los 7 años. Dos años después, sus puntuaciones son mejores que el resto de los países estudiados por la OCDE.
Durante los primeros seis años de la primaria los niños tienen en todas o en la mayoría de las asignaturas el mismo maestro, que vela por que ningún alumno quede excluido. Es una manera de fortalecer su estabilidad emocional y su seguridad. Hasta 5º no hay calificaciones numéricas. No se busca fomentar la competencia entre alumnos ni las comparaciones.
La educación gratuita desde preescolar hasta la universidad incluye las clases, el comedor, los libros y hasta el material escolar aunque si alguien lo pierde está obligado a pagárselo. La jornada escolar suele comenzar sobre las 8,30-9 de la mañana hasta las 3 de la tarde, con el paréntesis del almuerzo a las 12-12,30 horas. En total, suman 608 horas lectivas en primaria, frente a las 875 horas de España, con deberes en casa que no son excesivos. ¿Cómo consiguen mejores resultados en menos tiempo?
«El éxito finlandés se debe a que encajan tres estructuras: la familia, la escuela y los recursos socioculturales (bibliotecas, ludotecas, cines...)», explica Melgarejo. Los tres engranajes están ligados y funcionan de forma coordinada. «Los padres tienen la convicción de que son los primeros responsables de la educación de sus hijos, por delante de la escuela» y complementan el esfuerzo que se hace en el colegio.
«En Finlandia el 80% de las familias van a la biblioteca el fin de semana», añade el psicólogo escolar catalán, para quien este estímulo de la lectura en casa resulta fundamental. El sistema social finlandés contribuye con numerosas ayudas oficiales a las familias, que pueden conciliar su trabajo y la atención a sus hijos.
Existe una herencia cultural luterana basada en la responsabilidad que fomenta la disciplina y el esfuerzo, a la que también acompaña una climatología que empuja a encerrarse en casa, pero estos factores también están presentes en otros países vecinos, como Suecia o Dinamarca, que disfrutan de mayor nivel económico y sin embargo figuran varios puestos por debajo en PISA. «No son las variables socioeconómicas las determinantes», subraya Melgarejo.

De maestros, los mejores

La diferencia radica en la elevada calificación académica del profesorado en Finlandia, principalmente en educación primaria. «Los finlandeses consideran que el tesoro de la nación son sus niños y los ponen en manos de los mejores profesionales del país», destaca el exdirector del colegio Claret de Barcelona.
Los mejores docentes se sitúan en los primeros años de enseñanza, donde se aprenden los fundamentos de todos los posteriores aprendizajes. Se considera que hacia los 7 años el alumno se encuentra en la fase más manejable y es cuando realiza algunas de las conexiones mentales fundamentales que le estructurarán toda la vida. Por eso, se considera esencial seleccionar a quien ayudará en este proceso.
Para ser maestro se necesita una calificación de más de un 9 sobre 10 en sus promedios de bachillerato y de reválida y se requiere además una gran dosis de sensibilidad social (se valora su participación en actividades sociales, voluntariado...). Cada universidad escoge después a sus aspirantes a profesores con una entrevista para valorar su capacidad de comunicación y de empatía, un resumen de la lectura de un libro, una explicación de un tema ante una clase, una demostración de aptitudes artísticas, una prueba de matemáticas y otra de aptitudes tecnológicas. «Son las pruebas más duras de todo el país», asegura Melgarejo. Al proceso de selección le sigue una exigente licenciatura y periodos de prácticas.
No es de extrañar que los profesores estén muy bien considerados socialmente en Finlandia. «Es un honor nacional ser maestro de Primaria», aseguró el pasado 25 de septiembre en Madrid Jari Lavonen, director del Departamento de Formación al Profesorado de la Universidad de Helsinki.
Harri Skog, secretario de Estado de Educación de Finlandia desde 2006, resumía en una frase la importancia de este proceso: «La educación es la llave para el desarrollo de un país». Por eso el país nórdico dedica del 11 al 12% de los presupuestos del estado y los ayuntamientos a financiar este modelo de educación. «Es una política inteligente que les está dando fruto», considera Melgarejo, sin las presiones de Corea o Japón, otros países destacados en PISA.

lunes, 10 de septiembre de 2012

¿QUÉ TIPO DE LECTORES PROMUEVE LA ESCUELA?


Históricamente la lectura ha estado vinculada a la escuela o al aprendizaje. La lectura, de esta forma, se ha convertido en una competencia instrumental para aprender una diversidad de conocimientos. En la escuela estos conocimientos están organizados en áreas curriculares. Si la función de la escuela es enseñar, entonces ineludiblemente se utiliza la lectura como una forma de aprendizaje; pero para leer previamente se necesita haber aprendido a leer, a esto se ha dedicado la escuela a través de la historia.

Sin embargo, la función de la escuela, en muchos casos, se ha reducido solo a enseñar a leer y escribir de manera mecánica y como meras habilidades técnicas; y desde que el niño aprende a leer y escribir, es una práctica permanente en la vida escolar. Los niños leen y bastante. El problema es que, a pesar de muchas horas de lectura, no logran comprender lo que leen. Entonces cabe preguntarnos ¿por qué no  se logra comprender, si se dice que  “se aprende a leer leyendo”?, ¿qué hace la escuela con estos lectores cotidianos encerrados en sus aulas?

La escuela solo privilegia dos formas de lectura: leer para aprender y leer para dar exámenes. La primera, está reducida a leer en clase (su cuaderno o libros de texto), leer para cumplir las tareas (que generalmente se copian sin procesarlas). La segunda, está relacionada a lo que llaman los escolares “estudiar para dar examen”, en el que “estudiar” es leer su cuaderno, apuntes de clase o libros vinculados al área curricular; generalmente es una lectura memorística. Ambas formas de lectura son reproductivas; es decir, se trata de reproducir lo que han aprendido a través de la lectura.

La escuela no ayuda al estudiante a leer con otros objetivos como la lectura por el mero placer, leer para “hacer” algo, leer para enseñar, presentar una conferencia, escribir una columna, un artículo o participar en la vida política del país. Así, la escuela se ha dedicado a enseñar a leer y escribir, decodificar las letras, repetir y reproducir (copiar), pero se olvidó de desarrollar el pensamiento crítico y creativo sobre el texto, razonar en forma multidimensional y no solo de forma lógica.

El estudiante no ha aprendido a “hacer” con la lectura; es decir, a usar como una práctica social (Barton y Hamilton, 2000; Street, 2003). Nadie lee por leer. Se hace para satisfacer necesidades personales y sociales en diversos ámbitos de la vida. La competencia lectora está relacionada con acciones, las que se realizan con propósitos determinados y en contextos determinados.

Leer en el siglo XXI significa adaptarse a múltiples escenarios cambiantes y nuevas prácticas sociales; implica hacer lecturas más multimodales y multimediales, en varios idiomas, aulas, lugares de trabajo y sociedades multiculturales. Hoy, la lectura es una destreza de supervivencia social y no un privilegio como lo era antes.

Entonces, la lectura, como toda actividad educativa, implica la intervención productiva y constructiva de una generación, que viva su cultura y consolide su identidad. Una generación de lectores que no reduzca su comprensión al parafraseo literal ni  a las  hipotéticas inferencias importados de los conocimientos del lector; sino que puedan ser miembros intencionales y funcionales de una sociedad alfabetizada, y para que puedan comportarse como miembros críticos de una sociedad.